Arquivo da tag: Comissão de Mulheres Vítimas pelas Vítimas

Mulheres de todas as idades são atacadas diariamente em campos de refugiados no Haiti

Guerline tem certeza de que foram quatro homens que violaram sua filha de 13 anos, às 2 da madrugada de uma terça-feira de março de 2010. Embora tivesse os olhos vendados e eles usassem capuzes, sabe disso porque nessa noite os malfeitores também a violentaram. Ocorreu no acampamento de desabrigados de Place Mausolée em Porto Príncipe, junto às ruínas do antigo Tribunal de Justiça. Ocorre todas as noites nos 1.199 acampamentos que abrigam mais de um milhão de pessoas afetadas pelo terremoto na capital e no sul do Haiti, segundo revelou na quinta-feira um relatório da Anistia Internacional. “Os bandidos e os violadores não dormem”, diz Guerline.

A reportagem é de Maye Primera, publicada pelo jornal El País e reproduzida pelo Portal Uol, 07-01-2011.

A violência sexual já era um problema antes do terremoto que arrasou o Haiti em 12 de janeiro de 2010, indica o informe da Anistia, mas a tragédia “destroçou os poucos mecanismos de proteção que existiam”. Desde então as violações se multiplicaram exponencialmente. Só nos primeiros 150 dias seguintes ao terremoto, a Comissão de Mulheres Vítimas pelas Vítimas (Kofaviv na sigla em francês) registrou mais de 150 casos de violação, a maioria deles de meninas. Mas organizações como essa, que trabalham em campo, sabem que os casos dos quais se tem informação são apenas uma parte mínima do número real.

A maioria das mulheres não denuncia a agressão. Como Suzie, abusada junto com uma amiga na frente de seus dois filhos entre as tendas da Praça Dessalines dos Campos de Marte, onde vive desde que o terremoto acabou com sua casa, com seus pais, seus irmãos e seu marido. “Quando eles foram embora (os violadores) não fiz nada. Não tive qualquer reação. As vítimas de violação devem ir ao hospital, mas eu não fui porque não tinha dinheiro. Não sei onde há uma clínica que ofereça tratamento médico para as vítimas de violência“, contou Suzie aos ativistas da AI que a entrevistaram entre março e junho de 2010. Ela não sabia até esse dia que no Hospital Geral de Porto Príncipe, que fica a 15 minutos a pé da praça onde foi violentada, funciona um programa governamental que oferece serviços médicos para vítimas como ela.

A impunidade que domina o sistema de justiça também não convida as mulheres a denunciar seus agressores. Um informe elaborado em junho passado pelo Grupo de Trabalho sobre Questões de Proteção, dirigido e coordenado pelo Escritório do Alto Comissariado da ONU para os Direitos Humanos, indicava: “No momento da investigação (junho de 2010) não havia sido detido nenhum perpetrador (…) A capacidade de reação caso a caso é limitada e deixa clara a ausência de um mecanismo sistemático para combater os casos de violência sexual e de gênero“. Um dos problemas não resolvidos, por exemplo, é a relocação das vítimas para evitar que voltem a ser abusadas. Como não há lugar para onde levá-las, algumas vezes ocorreu que depois de denunciar são violentadas pela segunda vez.

O índice de gravidezes em Porto Príncipe também aumentou de 4 para 12% no último ano, segundo números da Organização Mundial da Saúde. E 1% deles são consequência da violência sexual. Há alguns fatores, no entanto, que distorcem as cifras reais. No Haiti, a gravidez adolescente não existe porque as mulheres são mulheres aos 12 anos, e se uma menina dessa idade engravida a família não costuma investigar e denunciar se por trás da gravidez houver uma violação. Por outro lado, apenas desde 2005 se tornou crime a violação intrafamiliar.

Embora a Anistia Internacional mencione em seu relatório que a Missão de Estabilização da ONU no Haiti (Minustah) e as diversas agências da ONU ajudaram o governo de René Preval a enfrentar o problema, também salienta que “não estão sendo tomadas medidas suficientes para garantir a proteção das mulheres e das meninas na imensa maioria dos acampamentos”. A segurança é desigual: a Polícia Nacional do Haiti, o pessoal militar e a polícia da ONU (UNPOL) só têm presença permanente em sete acampamentos das centenas que existem em Porto Príncipe. No resto da cidade, nem a polícia nem os capacetes azuis que patrulham as ruas dia e noite costumam entrar nos acampamentos. Outras agências dizem fazer o que podem.

Durante 2010, o Fundo de População da ONU (UNFPA na sigla em inglês) instalou um total de 75 lâmpadas solares nas latrinas e nos depósitos de água de alguns acampamentos para contribuir para a segurança. “As colocamos em postes bem altos para que não as roubem”, explicou um funcionário a “El País”.

Deixe um comentário

Arquivado em Uncategorized

Las niñas prostitutas de Haití

por  Alejandro Saldívar

Implacables, todas las calamidades que se puedan tener como concebibles en la humanidad –mal gobierno y corrupción, miseria y hambre, epidemias y desastres naturales, violencia endémica…– han caído sobre Haití, país cuyos habitantes no tienen tiempo ni para pedir clemencia: ocupados como siempre lo han estado en la batalla por sobrevivir, deambulan sinsentido en un espacio donde la fe y la esperanza no significan nada. En esta lógica infrahumana, la prostitución infantil, que ahora cobra índices infames en esa nación, no suele verse ahí como algo distinto de lo que es: un recurso más para no morir de hambre.

PUERTO PRÍNCIPE, 13 de diciembre (Proceso).- Kristina tiene 11 años y el esmalte azul de sus uñas aún puede olerse. Tiene una falda tan corta que cuando se sienta puede verse su ropa interior. Su color favorito es el morado, como sus tacones. Su olor favorito: el mar. La piel del vientre, tersa y morena, sin estrías. Ninguna señal de que hubiera sido madre. Una lolita haitiana.

Su padre falleció en 2006 tiroteado por ladrones. Le entraron siete balas en el pecho y murió desangrado en la banqueta, cuenta Kristina. Su madre es desempleada y adicta a la cocaína; ella está tirada detrás de una lámina mirando un televisor cuya imagen apenas se ve.

Kristina es de esas mujeres que aspiran el humo del cigarro entrecerrando los ojos. Es una niña pero actúa como una mujer fatal. Y aunque no ha comido en todo el día, guarda una cajetilla en uno de sus bolsillos. Se prostituye para ayudar a su madre. Confiesa que atiende entre seis y 10 clientes al día, pero dice que a veces no le pagan.

Si bien no existen estadísticas fidedignas sobre la incidencia de las agresiones sexuales en Haití, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) declaró que día tras día aumentan las violaciones de mujeres y niñas en los campamentos de damnificados por el terremoto que en enero sacudió al país, y manifestó su preocupación por el incremento de los embarazos no deseados.

Mendy Marsh, especialista del organismo mundial, advierte que la proliferación de ese tipo de asentamientos en esta capital, los cuales se cuentan por decenas, potencia el riesgo de que se disparen los episodios de violencia de género.

La gravedad del problema llevó también a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a expresar a mediados de noviembre su preocupación “por los desalojos forzados y la violencia sexual contra mujeres y niñas”.

Merlinde Louis, de 14 años, tiene relaciones por 20 gourdes (la moneda haitiana). Es una muchacha de cabello aborregado. Su mano juega con un cairel sobre su oreja. Su pantomima erótica atrae la mirada de algunos haitianos. Menea sus caderas entre las carpas del UNICEF, de las ONG y de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés). Es un ángel con la cara sucia.

A su padre lo encoleriza que su hija hable con desconocidos. “¡No hables con los blancos!”, le grita. Él la prostituye con tal de sobrevivir. “Aquí nadie ayuda a nadie. Ellos venden a sus hijas y a ellas no les queda otro camino más que obedecer”, cuenta Carlos Brinol, de 28 años, líder del campamento Toussaint, situado frente al Palacio de Gobierno.

–¿No le tienes miedo al sida? –se le pregunta a Merlinde.

–No. Aquí no hay eso –contesta.

Carlos se ríe. Según un estudio de la Universidad de Arizona, hay indicios de que el sida comenzó a extenderse en Haití desde 1966. El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH-sida (Onusida) estima que en ese país hay 120 mil personas que viven con el virus y que más de la mitad son mujeres.

Según una proyección epidemiológica, para este año “la infección por sida podría alcanzar (en Haití) entre 9.4 y 13.4% de la población en las zonas urbanas y entre 5.4 y 7.8% en las rurales”.

De acuerdo con Onusida, la tasa anual de infección en Haití es de 2.2% entre la población de entre 15 y 49 años. Se trata del porcentaje más alto en América, aunque es menor que el del África Subsahariana, donde el promedio es de 5%, en contraste con el 24% de Botswana y el 33% de Suazilandia.

Casimin tiene 15 años. Su silueta es boceto de una mujer atractiva pero empobrecida. Vive con su madre desempleada. Ambas se prostituyen pues arguyen que es el único modo de sobrevivir en Puerto Príncipe. Junto a ellas, una hilera de 10 baños portátiles desprende una peste de corral. Casimin tiene don de madre: arrulla a uno de los niños huérfanos en sus brazos. Su mirada se pierde en un enjambre de moscas sobre un charco verdoso.

Nadesh cobra un dólar por cada servicio sexual, tiene 25 años y es madre soltera de cuatro niños. Una pequeña mocosa gatea por el suelo grasiento. Se llama Jennifer y tiene siete meses.

–¿Cómo va tu vida? –se le pregunta a Nadesh.

–Tengo hambre –responde.

–¿Qué piensas de los candidatos?

–Ningún candidato puede cambiar esto. No tienen corazón. Todos son ladrones. Manigat y Martelly son ladrones, pero Celestine es el diablo –afirma mientras su hija recoge una bola de pelusa y se la lleva a la boca.

Continuar lendo

Deixe um comentário

Arquivado em ofensiva contra o machismo